Un viaje en el tiempo por la cuna de la viticultura en Argentina
Cuando pensamos en vino argentino, es probable que Mendoza o San Juan sean las primeras provincias que vengan a la mente. Sin embargo, pocos saben que la historia vitivinícola del país comenzó en Córdoba, más precisamente en la Estancia Jesuítica de Jesús María. Este sitio histórico no solo fue un centro de producción de vino en el siglo XVII, sino que hoy es un fascinante museo que guarda recuerdos de aquella época.
Un legado jesuítico
En 1618, los Padres Jesuitas adquirieron la Estancia de Jesús María, convirtiéndola en su segunda residencia y un importante centro productivo. La estancia era autosustentable: todo lo necesario para su mantenimiento se generaba dentro de sus propios límites. Entre sus diversas producciones, el vino tenía un rol especial.
El "lagrimilla", como se conocía al vino que allí se elaboraba, se utilizaba tanto para las misas como para ser enviado a la Corona de España. Se estima que la estancia vendía alrededor de 1.300 litros de vino al año. Hoy, los visitantes pueden recorrer lo que solía ser la bodega, observar toneles antiguos de madera y piletas de cemento donde se almacenaba el producto.
Un espacio con historia viva
A pesar de su gran extensión, la estancia solía albergar a solo tres jesuitas al mismo tiempo. Desde el año 2000, este sitio es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, junto con otras estancias jesuíticas de Córdoba. Además, ha sido transformado en Museo Nacional, donde se exhiben objetos históricos de los siglos XVII y XVIII, grabados, monedas y medallas.
Hoy en día, además de ser un destino turístico, la estancia funciona como espacio para conferencias, seminarios y diversas actividades culturales. El recorrido es autoguiado y la entrada es libre y gratuita, lo que lo convierte en un imperdible para quienes buscan una experiencia histórica y cultural en Córdoba.
Si alguna vez te preguntaste dónde nació el vino argentino, la respuesta está en Jesús María. ¡Una visita que vale la pena!.